Un espacio, un vacío, un ángel que vuela entre los dos, que corre detrás o con el viento y luego se pierde en el, mucho más lejos, a miles de kilometros de nosotros, donde se guardan los sueños, donde los viejos navegan buscando recuerdos, donde se pierde el aliento con gusto, entre la bruma y la esperanza de ver llegar a los amigos de regreso después de muchos años. Un lugar entre los dos, lo poco que hay, lo mucho que queda, las cosas que se detienen y no logran trascender, la fragilidad de esa misma noche y el peso absurdo de tus pensamientos. Las palabras que viajan y que se caen cuando sorprendidas nos ven, nos tienen miedo, se golpean contra nuestras barreras como pájaros ciegos, y algunas simplemente dan la vuelta, nos ignoran, no nos entienden, no nos sostienen. Como ese espacio, ese vacío sin ángel, la ausencia entre tu y yo, donde se han quedado los recuerdos, donde se han olvidado los anhelos, donde aún nadie sabe lo que se va y lo que queda entre los dos.